Se terminó el ciclo más exitoso de la historia del deporte argentino. Con la derrota ante USA se retiran Manu Ginóbili y Andrés Nocioni y se pone fin a una Generación extraordinaria.
Nos queda su legado y su leyenda.
Cambiaron los paradigmas. Como grupo ambicionaban jugar un Juego Olímpico y terminaron maldiciendo un cruce de cuartos de final después de jugar un cuarto consecutivo. Crecieron solo para demostrar siempre la mejor versión de sí mismo y terminaron brindando los valores más importantes que el deporte pueda tener.
Son ejemplo, leyenda y serán recordados por siempre. Su legado será las bases donde se edifique la estructura de todo lo bueno que se busque construir. Todo lo que quiera iniciarse con los valores de la Generación Dorada tendrá un comienzo positivo.
Será el entrenamiento duro y consciente, el respeto por sus compañeros, sus entrenadores, sus rivales, el público y el periodismo, será el cuidado de su cuerpo y el descanso, será el deseo de ganar sin hacer trampas, será la mentalidad de no darse por vencido y sobreponerse a todos los problemas, será la necesidad de querer saborear la gloria sin saltearse ningún peldaño para conseguirla.
Hoy, se retira el número uno de los emblemas como jugador, Emanuel Ginóbili, y se retira el corazón de toda la maquinaria, Andrés Nocioni. Solo queda vigente la cabeza y el talento de Luis Scola y todo lo que Carlos Delfino pueda aportar en su regreso a la vida deportiva. Pero la Generación Dorada se terminó hoy, cuando dos de sus máximos referentes dijeron basta.
No hay forma de evaluar el vacío que queda, tampoco anticipar lo que viene en función del lugar que tomarán los más jóvenes pero lo cierto es que absolutamente todo en este mundo tiene fecha de vencimiento y para la GD llegó la suya.
Como siempre Luis Scola, quien no sólo juega bien sino que también piensa bien, hace bajar las pulsaciones de la emoción para poner un foco adecuado a la situación: “Otros muy buenos jugadores se han retirado en el pasado de otras selecciones y el básquet siguió. Yo sé que a ustedes les gusta hablar de la despedida, del final, pero la realidad es que la Generación Dorada ya dejó de existir hace muchos años. Muchos jugadores se fueron como Sconochini, Oberto, Montecchia, Pepe Sánchez, Wolkowyski, Herrmann y el básquet sigue. Hoy se va Manu y en algún momento me iré yo pero la selección seguirá jugando, hay que pasar la página y eso tenemos que hacer, seguir jugando”.
No obstante, es muy difícil escapar al legado. Porque fueron años de estar compitiendo en la cima, y la verdad que aún no terminó Rio2016 y solo se puede vislumbrar que lejano se ve hoy la cúspide del mundo, allí donde supieron izar la bandera argentina estos chicos.
Por eso con la sencillez del pibe de Galvez que todavía le recorre por las venas, Andrés Nocioni suelta en crudo que “Es increíble todo lo que logramos, nosotros nunca lo imaginamos. Para la Argentina ha sido inmenso sobre todo porque no somos un país basquetbolero, pero dejamos prendida la llama. Jugamos mundiales, olímpicos, dominamos a Estados Unidos. Algún día nos sentaremos y hablaremos de todo esto como si fuera un cuento, porque para nosotros esto fue como un cuento”.
Y en esa historia que comenzará con el famoso “había una vez” tendrá un personaje ineludible que a base de talento y hazañas le arrancó el corazón a todos. Manu Ginóbili, dueño de los flashes del adiós, habló en primera persona y sobre nuestra Generación Dorada afirmó que “No soy consciente de lo que pasará en el futuro y en mi caso lo único que puedo hacer es valorar todo lo que viví que fue espectacular. Mi vida adulta completa la viví en la selección y esas cosas quedan, porque por más que me retire cuando me junto con un amigo, como pasó hace poco con Gabriel Fernández, salen historias y nos cagamos de risa, y recordamos y pasará lo mismo con el resto. Vivimos cosas muy impactantes y estoy muy orgulloso de lo que logramos”.
Así de simples y así contundentes son los “pibes” de la Generación Dorada. Se criaron con un sueño de meterse en un juego Olímpico y en el camino, sin proponérselo, edificaron el Castillo de Nabucodonosor del deporte argentino donde quedan a resguardo todos los valores tanto del jugador profesional como el amateur.
Pablo Tosal
@pablotosal
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